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Mitos y leyendas urbanas sobre los tatuajes llevan acompañándonos demasiado tiempo
Pese a llevar mucho tiempo entre nosotros, los tatuajes no han podido sacudirse de encima algunos mitos urbanos: repasamos los más sonados, aquellos que muchos todavía creen que son verdad.
11 Febrero 2020
|Un buen día (o una buena noche) tus amigos y tú decidís salir de fiesta. Es viernes, sois jóvenes y tenéis ganas de pasarlo bien, así que os reunís en un bar y entre tercio y tercio elegís una discoteca a la que ir después. El agua de cebada provoca que cuando llegáis ya vayáis entonados, y todavía quedan las dos consumiciones que vienen con la entrada. Aunque después de haberte tomado la primera todo lo que recuerdas parece sacado de un sueño, la segunda termina de tumbarte. Fundido a negro. Es por la mañana, no sabes como pero llegaste a tu cama. Mientras te terminas de despertar notas un dolor en la muñeca y cuando vas a comprobar qué es lo que está mal lo descubres: en tu piel hay un corazón y justo debajo un texto que dice: "Te quiero, Ainhoa". Rezas para que se borre con un poco de agua. Pero eso no pasa.
Desconocemos a cuantas personas le ha pasado esto de verdad, pero es uno de los grandes mitos de los tatuajes: el ver nuestra piel marcada para siempre por algo de lo que nos arrepentimos después de una noche de demasiado desfase. Este mito, aunque probablemente es el más conocido, no es el único que acompaña a los tatuajes, un elemento que desde hace ya bastante tiempo está bastante popularizado, pero que sigue teniendo algunos sambenitos que le cuesta quitarse.
Algunos de ellos están relacionados con los colores. Por ejemplo, de los tatuajes negros se dice que se vuelven azulados con el paso del tiempo algo que sucedía antaño pero que con los avances técnicos que han experimentado las tintas ya no ocurre. Mientras, al blanco le ha tocado llevar la etiqueta de color especialmente doloroso pero todos los tatuadores insisten en que no hay correlación entre el tono y el dolor. Lo que sucede es que este color suele ser el último en aplicarse, cuando la piel está ya más sensible después de un rato recibiendo punzadas, pero si el último color en aplicarse fuese el rojo (por ejemplo) dolería igual.
Otro de los leitmotiv de los mitos sobre las tatuajes están relacionados con los temas de salud. Estos son especialmente peligrosos porque se mezclan cosas que son ciertas con otras que no lo son, por lo que el desconocimiento es más profundo. Empezando por los que son falsos: no, el tener tatuajes no te impide hacerte una resonancia magnética ni donar sangre, aunque sí tendrás que esperar un poco: 6 meses para donar sangre (como pasa con los piercings) para constatar que no hay infección ninguna, y lo que tarde en quedar totalmente la herida si hablamos de las resonancias magnéticas.
Las advertencias que SÍ SON CIERTAS son aquellas que advierten sobre los peligros de tatuarse durante el embarazo, ya que se podrían contraer infecciones que afectasen al feto. También es verdad que si te tatúas en la zona lumbar no se te puede aplicar la epidural, ya que al realizar el pinchazo hay cierto peligro de que entre tinta en la espina dorsal. Otro hecho importante de señalar es que los médicos desaconsejan tatuarse a cualquier persona que sufra una enfermedad dermatológica, aquellas que afectan a la piel.
Por suerte, y pese a los mitos que siguen existiendo, en lo que se ha avanzado mucho es en la progresiva eliminación de prejuicios que afectaban a la gente que decidía tatuarse. Una encuesta de 2014 del CIS reveló que un 83% de la población española no consideraba un problema que un miembro de su familia quisiera ponerse un piercing y un tatuaje. Atrás quedan esos tiempos en los que estaba relacionados con los expresidiarios y gente problemática.
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Concluyendo, los tatuajes son una tendencia que ya lleva mucho tiempo entre nosotros y a la que cada vez más gente se une. No obstante, al afectar a nuestro propio cuerpo hay que tener cuidado a la hora de informarnos y de creer a ciegas mitos que no tienen ningún fundamento.
PD: si una mañana te despiertas y te encuentras un corazón con un "Te quiero, Ainhoa" que no recuerdas haberte hecho no tiene por qué ser para siempre. En los últimos años se ha avanzado en materia de eliminación de tatuajes por láser y, aunque siguen siendo tratamientos largos, ya no son tan caros como hace tiempo.